domingo, 8 de mayo de 2011

CONFIANZA

La confianza vista desde afuera, es una esperanza o una seguridad que las cosas van a ser de una manera determinada. A todas luces, es un peligro para nosotros si atendemos a la definición que dio de ella Baltazar Gracián: "La confianza es madre del descuido." El confiar hace relajar nuestros controles, hace que dejemos de poner atención, pues esperamos que "seguramente" las cosas van a ser de tal o cual manera. Y como lo comentaba en un post anterior, el esperar que las cosas sean como uno quiere o desea, puede provocarnos frustraciones.

No obstante, deseo referirme a la Confianza desde el interior, a la construcción que hacemos nosotros como producto del conocimiento, de nuestras propias fortalezas y debilidades, cualidades, limitaciones... Este conocimiento se construye desde nuestra niñez y se asienta en la adolescencia si tenemos un ambiente familiar favorable y que propicia la experimentación y el descubrimiento; pero si no logramos esa construcción durante nuestra niñez y adolescencia, de adultos sufriremos su carencia y nos amenazará severamente la estabilidad del Yo como constructo de ajuste a la realidad. A mi parecer, la falta de confianza se deriva de la ignorancia y del temor. Como toda carencia, la falta de confianza es una rémora para nuestra progresión como personas, pues nos impide experimentar cosas nuevas y enriquecedoras. Por eso considero que es derivada de la ignorancia y del temor, porque nos limita, nos ata a lo que tenemos ahora, nos impide el cambio...

A confiar en uno mismo se aprende, y como todo proceso de aprendizaje, no se da de la noche a la mañana, es progresivo, acumulativo, sumativo y formativo; pero no por eso exento de problemas y sufrimientos. Confiar en uno mismo exige autoconocimiento y conocerse a uno mismo es doloroso, pues es ir a lo más recóndito de nuestro inconsciente para hacerlo consciente y reconocer su existencia, no negarla; pues si está en el inconsciente es porque por alguna razón ha estado bloqueado, se ha intentado ocultar bajo toneladas de nuevos recuerdos y experiencias que intentan convencernos que eso que permanece bloqueado así debe estar, pues es lo "adecuado" o lo "mejor" para nosotros, pues recordemos que el Yo intenta mantenernos adecuados a la realidad y busca evitarnos daño...

Precisamente este conocimiento que duele, es el mejor camino para confiar en nosotros mismos, pues al conocer de lo que somos y no somos capaces, nos permite tomar retos al alcance de nuestras limitaciones, para a partir de ellos, tomar otros mayores; por otra parte, este conocimiento nos evita el dolor que producen las frustraciones. La confianza se construye como una escalera, vamos de un nivel inferior a uno superior, vamos superando las pruebas que nos presenta la vida y cada una que logramos superar, es como una inyección de moral y autoestima, lo que redunda en nuestra autoconfianza y nos permite sentirnos competentes para realizar algo... Y al sentirnos competentes para hacer algo lo hacemos de manera sencilla, simple, confiados, lo que alimenta nuevamente nuestra autoconfianza, funciona como un círculo de refuerzo -si me permiten introducir la figura- que hace que cada vez confiemos más en nosotros y nos atrevamos a ir en pos de cosas nuevas...

Finalmente, quiero dejarles una frase para la reflexión:  "Nadie que confía en sí, envidia la virtud del otro". Cicerón

2 comentarios:

  1. eso es muy cierto; si desde chiquitos nos enseñaran a querernos y ACEPTARNOS, a conocer nuestras fortalezas y debilidades, todos conoceriamos la CONFIANZA

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